Reforma Educacion America latina

Una de las razones que América Latina no crezca con más rapidez es probable que sea la mala educación y no la mala política económica.

Chile, el país más rico de América Latina, superaba de lejos a Corea del Sur en 1960 y hoy el país asiático casi lo duplica en ingreso per cápita.

A mediados de los años 60 el ingreso per cápita en Corea era de US$1.000 al año y hoy, tras una radical reforma educativa (1975-1990), es de US$33.000 al año, el doble del promedio mundial.

Una buena educación no sólo impulsa el crecimiento. También ayuda a reducir la desigualdad. Una buena educación pública y gratuita, como la que se ve en casi todos los países desarrollados, es el gran nivelador social que da igualdad de oportunidades a ricos y pobres.

América Latina ya emprendió, con éxito, una gran reforma educativa: la de la cobertura. El gasto público en educación aumentó en todos los países de los años 70 a los 90 y hoy casi todos los niños latinoamericanos saben leer y escribir. Cerca del 90% de ellos terminan la educación primaria.

Y sólo dos países de la región, México y Chile, han iniciado reformas para mejorar la calidad de su educación,

América Latina está muy por detrás de Asia y del mundo desarrollado, según los resultados de la única herramienta que mide permite comparar a nivel global la calidad de la educación entre países: las pruebas PISA (Program for International Students Assessment), que conducen cada tres años la OCDE, un club de naciones ricas al cual pertenecen México y Chile en la región.

Las pruebas PISA miden niveles de educación en lectura, matemáticas y ciencia entre jóvenes de 15 años de edad, en 65 países. Se ha cuestionado su metodología y el valor de sus resultados, pero no hay otra herramienta que compare los niveles de calidad de educación entre distintos países a nivel mundial.

Según sus puntajes, la mejor educación de América Latina se da en el pequeño Chile.

Chile está entre los peores: ocupa el lugar 53 entre los 65 países evaluados. Le siguen en la región dos países aun más chicos -Uruguay (puesto 55) y Costa Rica (56)- y entre los diez últimos lugares del mundo se ubican Brasil, Argentina, México, Colombia y Perú. Es cierto que hay un centenar de países que no participan de la prueba, muchos de ellos impugnando la metodología de PISA, pero el hecho de que no quieran someterse a este examen da motivos para pensar que no ocuparían lugares destacados.

Entre los no evaluados están Venezuela, Ecuador, Paraguay y  los países centroamericanos. La pregunta es con qué herramientas podrían establecer cuáles son las reformas que habría que emprender para intentar llegar a los niveles de los países líderes en educación, como Finlandia, Corea del Sur y Japón.

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